CAPÍTULO 4
Tras un largo mes en las montañas, los chicos empezaron a tener fiebre y notaron que en su cuerpo aparecían manchas color morado que les producían dolores y molestias. Intentaron buscar una solución tomando algunas de las plantas que allí crecían, pero estas les produjeron unos picores insoportables.
Su situación empeoraba a medida que pasaban los días.Los picores continuaban y las manchas se extendían al contacto con el aire, que empezaba a volverse cada vez más tóxico, hasta el punto de ser igual al de la ciudad.
Los chicos estaban desesperados, no podían soportarlo más. Organizaron una reunión con el fin de proponer soluciones urgentes. Todas las ideas propuestas fueron descartadas, ninguna cumplía con el requisito más importante: acabar con las manchas y los picores.
-Pues yo ya no tengo más ideas- dijo Laia.
-Ni yo tampoco- se incluyó Mía.
-Ninguna idea es buena, a este paso tendremos que irnos a otro planeta para poder sobrevivir- comentó sarcásticamente Benjamín.
-Tienes razón Benjamín, esa es la única opción- dijo Cronox.
-Un momento, ¿estás diciendo que nos tenemos que ir a otro planeta porque esa es la única solución para poder sobrevivir? Es una idea descabellada- razonó Laia.
-Puede que sea una idea descabellada pero tenemos que arriesgarnos, si llegamos a conseguirlo sería una increíble solución- comentó Mía.
-Tienes razón Mía pero, ¿qué posibilidades hay de que lo consigamos?- preguntó Laia.
-Las posibilidades son muchas pero, sin un cohete no podríais viajar al nuevo planeta- respondió Merlín.
-¿Cómo que podríais?¿Tú no vienes?- preguntó Benjamín.
-No Benjamín, os ayudaré con el cohete y con los planes pero no iré con vosotros, necesitáis a alguien que controle la situación desde la Tierra y que os guíe- respondió Merlín.
-Pero...¿a qué planeta iremos?- volvió a preguntar Laia.
-Antes de que todo esto sucediera yo formaba parte de un importante equipo que investigaba sobre un nuevo planeta que parecía encontrarse a la misma distancia que la Luna. El nombre de ese planeta es Alkibla 314, en honor a los alumnos del prestigioso instituto de astrología Alkibla, que lo descubrieron. Este planeta tiene las condiciones adecuadas para la vida, posee una atmósfera parecida a la nuestra, agua y vegetación-dijo Merlín.
-Pero, necesitaremos un cohete para viajar hasta allí y no creo que sea fácil de conseguir -comentó Mía.
-Yo sé dónde conseguir uno -dijo Benjamín.
-¿De dónde vas a sacar un cohete Benjamín? -preguntó Cronox.
-Del Cuartel General del Ejército -respondió Benjamín.
-¿Cómo sabes que ahí hay un cohete? -preguntó Laia.
-Hace dos años yo era periodista especial y me mandaron a cubrir una noticia relacionada con el Ejército y me tuve que desplazar hasta el Cuartel General para entrevistar al Comandante. En esa entrevista conocí a uno de los hombres que se encargaban de la construcción de un cohete que pensaban usar para investigar el espacio. Hablamos bastante, incluso me dio la dirección de su casa por si alguna vez lo necesitaba. Si me pongo en contacto con él puede que me diga si el cohete sigue allí -explicó Benjamín.
-¿Sabes dónde se encuentra en este momento? -preguntó Merlín.
- Probablemente ahora se encuentre en la ciudad. Me dijo que cuando acabara el cohete se tomaría un tiempo de descanso, necesitaba estar con su familia porque hacía mucho tiempo que no la veía. Y con todo lo que ha sucedido supongo que no habrá vuelto al Cuartel General -respondió Benjamín.
-¡Genial! Iremos a la ciudad para comprobar si sigue allí y le preguntaremos sobre el cohete -comentó Mía.
Esa misma mañana se pusieron camino a la ciudad, y llegaron por la tarde. Benjamín recordó la dirección y se dirigieron al lugar. Encontraron un edificio deteriorado de dos pisos, él vivía en el primero; llamaron al timbre. Nadie respondió, la puerta estaba abierta así que pasaron. Una vez dentro del edificio, buscaron la puerta de la casa. Llamaron y un hombre de estatura media, delgado, de pelo corto y castaño y con ojeras abrió la puerta. Enseguida lo reconoció.
-¡Benjamín!¡Cuanto tiempo! -le saludó el hombre.
-¡Carlos! Me alegro de verte -contestó Benjamín.
-Dime, ¿quiénes son? -preguntó el hombre con curiosidad.
-Son mi hermano y unas amigas -respondió Benjamín.
-Encantado -saludó el hombre cordialmente- Y, dime, ¿a qué se debe vuestra visita?
-Necesitamos información sobre el cohete que construistes para el Ejército -contestó Benjamín.
-¿Qué queréis saber? -preguntó el hombre.
-Queremos saber si podrías decirnos si el cohete sigue allí -respondió Cronox.
-Si, el cohete sigue allí. Se encuentra en el Cuartel General y está custodiado por algunos de los guardias del Ejército -comentó el hombre.
-¿Por guardias? Creí que todos se habrían ido después de todo lo que está pasando -dijo Mía.
-Algunos siguen allí, no sé exactamente por qué, únicamente por la noche dejan de vigilarlo y se marchan a dormir-comentó el hombre.
- Pero, ¿para qué lo queréis?
-Estamos preparándonos para realizar un viaje al planeta Alkibla 314 ¿has oido hablar de él? -respondió Laia.
-Sí, claro, pero todavía no se sabe demasiado sobre sus condiciones de vida. Pero si ese es vuestro objetivo os deseo toda la suerte del mundo, la necesitaréis. Es cierto que la vida aquí es cada vez más difícil -dijo el hombre.
-Gracias Carlos -comentó Benjamín- Nos tenemos que ir antes de que anochezca, nos has sido de gran ayuda, espero volver a verte algún día.
-Lo mismo digo Benjamín.
Los chicos salieron de la casa de aquel hombre con la información que necesitaban. Partieron hacia el Cuartel General y esperaron allí a que anocheciera. Como Carlos les había dicho, los guardias se fueron a las diez de la noche y nadie vigilaba el lugar. Se pusieron manos a la obra; entraron sigilosamente al interior del edificio, comprobaron que nadie se encontraba en el interior y se dirigieron a una sala en la que se guardaban los artefactos más importantes, allí se encontraban todo tipo de armas, tanques y más objetos, y, en medio de todo eso, se encontraba el cohete, tan grande como imaginaban.
-¿Y ahora cómo lo vamos a llevar hasta las montañas? -preguntó Laia.
-Me temo que tendremos que arrastrarlo hasta ellas -respondió Cronox.
-¿Estás loco? Eso es imposible. Espera...., fijaros en el techo, hay una trampilla que se debe de activar tocando alguno de estos botones -dijo Benjamín, señalando a un panel de control.
Benjamín se apresuró a pulsar uno de los botones y, sorprendentemente, al momento, se abrió la trampilla. La primera parte de la operación estaba conseguida. A continuación, revisaron el funcionamiento del cohete y su combustible , ya todo estaba preparado. Recogieron sus cosas y decidieron subir. El miedo de dejar su planeta y aventurarse a lo desconocido les recorría todo el cuerpo. Su mezcla de emociones era evidente, la ilusión les invadía pero, al mismo tiempo, la tristeza de dejar atrás todo lo que conocían para emprender un viaje en busca de lo desconocido ensombrecía sus rostros. No lo pensaron más. Los chicos se subieron uno a uno al cohete, despidiéndose de Merlín, y cuando este último pulsó el botón de arranque desde el panel de control ya no hubo marcha atrás.
Su situación empeoraba a medida que pasaban los días.Los picores continuaban y las manchas se extendían al contacto con el aire, que empezaba a volverse cada vez más tóxico, hasta el punto de ser igual al de la ciudad.
Los chicos estaban desesperados, no podían soportarlo más. Organizaron una reunión con el fin de proponer soluciones urgentes. Todas las ideas propuestas fueron descartadas, ninguna cumplía con el requisito más importante: acabar con las manchas y los picores.
-Pues yo ya no tengo más ideas- dijo Laia.
-Ni yo tampoco- se incluyó Mía.
-Ninguna idea es buena, a este paso tendremos que irnos a otro planeta para poder sobrevivir- comentó sarcásticamente Benjamín.
-Tienes razón Benjamín, esa es la única opción- dijo Cronox.
-Un momento, ¿estás diciendo que nos tenemos que ir a otro planeta porque esa es la única solución para poder sobrevivir? Es una idea descabellada- razonó Laia.
-Puede que sea una idea descabellada pero tenemos que arriesgarnos, si llegamos a conseguirlo sería una increíble solución- comentó Mía.
-Tienes razón Mía pero, ¿qué posibilidades hay de que lo consigamos?- preguntó Laia.
-Las posibilidades son muchas pero, sin un cohete no podríais viajar al nuevo planeta- respondió Merlín.
-¿Cómo que podríais?¿Tú no vienes?- preguntó Benjamín.
-No Benjamín, os ayudaré con el cohete y con los planes pero no iré con vosotros, necesitáis a alguien que controle la situación desde la Tierra y que os guíe- respondió Merlín.
-Pero...¿a qué planeta iremos?- volvió a preguntar Laia.
-Antes de que todo esto sucediera yo formaba parte de un importante equipo que investigaba sobre un nuevo planeta que parecía encontrarse a la misma distancia que la Luna. El nombre de ese planeta es Alkibla 314, en honor a los alumnos del prestigioso instituto de astrología Alkibla, que lo descubrieron. Este planeta tiene las condiciones adecuadas para la vida, posee una atmósfera parecida a la nuestra, agua y vegetación-dijo Merlín.
-Pero, necesitaremos un cohete para viajar hasta allí y no creo que sea fácil de conseguir -comentó Mía.
-Yo sé dónde conseguir uno -dijo Benjamín.
-¿De dónde vas a sacar un cohete Benjamín? -preguntó Cronox.
-Del Cuartel General del Ejército -respondió Benjamín.
-¿Cómo sabes que ahí hay un cohete? -preguntó Laia.
-Hace dos años yo era periodista especial y me mandaron a cubrir una noticia relacionada con el Ejército y me tuve que desplazar hasta el Cuartel General para entrevistar al Comandante. En esa entrevista conocí a uno de los hombres que se encargaban de la construcción de un cohete que pensaban usar para investigar el espacio. Hablamos bastante, incluso me dio la dirección de su casa por si alguna vez lo necesitaba. Si me pongo en contacto con él puede que me diga si el cohete sigue allí -explicó Benjamín.
-¿Sabes dónde se encuentra en este momento? -preguntó Merlín.
- Probablemente ahora se encuentre en la ciudad. Me dijo que cuando acabara el cohete se tomaría un tiempo de descanso, necesitaba estar con su familia porque hacía mucho tiempo que no la veía. Y con todo lo que ha sucedido supongo que no habrá vuelto al Cuartel General -respondió Benjamín.
-¡Genial! Iremos a la ciudad para comprobar si sigue allí y le preguntaremos sobre el cohete -comentó Mía.
Esa misma mañana se pusieron camino a la ciudad, y llegaron por la tarde. Benjamín recordó la dirección y se dirigieron al lugar. Encontraron un edificio deteriorado de dos pisos, él vivía en el primero; llamaron al timbre. Nadie respondió, la puerta estaba abierta así que pasaron. Una vez dentro del edificio, buscaron la puerta de la casa. Llamaron y un hombre de estatura media, delgado, de pelo corto y castaño y con ojeras abrió la puerta. Enseguida lo reconoció.
-¡Benjamín!¡Cuanto tiempo! -le saludó el hombre.
-¡Carlos! Me alegro de verte -contestó Benjamín.
-Dime, ¿quiénes son? -preguntó el hombre con curiosidad.
-Son mi hermano y unas amigas -respondió Benjamín.
-Encantado -saludó el hombre cordialmente- Y, dime, ¿a qué se debe vuestra visita?
-Necesitamos información sobre el cohete que construistes para el Ejército -contestó Benjamín.
-¿Qué queréis saber? -preguntó el hombre.
-Queremos saber si podrías decirnos si el cohete sigue allí -respondió Cronox.
-Si, el cohete sigue allí. Se encuentra en el Cuartel General y está custodiado por algunos de los guardias del Ejército -comentó el hombre.
-¿Por guardias? Creí que todos se habrían ido después de todo lo que está pasando -dijo Mía.
-Algunos siguen allí, no sé exactamente por qué, únicamente por la noche dejan de vigilarlo y se marchan a dormir-comentó el hombre.
- Pero, ¿para qué lo queréis?
-Estamos preparándonos para realizar un viaje al planeta Alkibla 314 ¿has oido hablar de él? -respondió Laia.
-Sí, claro, pero todavía no se sabe demasiado sobre sus condiciones de vida. Pero si ese es vuestro objetivo os deseo toda la suerte del mundo, la necesitaréis. Es cierto que la vida aquí es cada vez más difícil -dijo el hombre.
-Gracias Carlos -comentó Benjamín- Nos tenemos que ir antes de que anochezca, nos has sido de gran ayuda, espero volver a verte algún día.
-Lo mismo digo Benjamín.
Los chicos salieron de la casa de aquel hombre con la información que necesitaban. Partieron hacia el Cuartel General y esperaron allí a que anocheciera. Como Carlos les había dicho, los guardias se fueron a las diez de la noche y nadie vigilaba el lugar. Se pusieron manos a la obra; entraron sigilosamente al interior del edificio, comprobaron que nadie se encontraba en el interior y se dirigieron a una sala en la que se guardaban los artefactos más importantes, allí se encontraban todo tipo de armas, tanques y más objetos, y, en medio de todo eso, se encontraba el cohete, tan grande como imaginaban.
-¿Y ahora cómo lo vamos a llevar hasta las montañas? -preguntó Laia.
-Me temo que tendremos que arrastrarlo hasta ellas -respondió Cronox.
-¿Estás loco? Eso es imposible. Espera...., fijaros en el techo, hay una trampilla que se debe de activar tocando alguno de estos botones -dijo Benjamín, señalando a un panel de control.
Benjamín se apresuró a pulsar uno de los botones y, sorprendentemente, al momento, se abrió la trampilla. La primera parte de la operación estaba conseguida. A continuación, revisaron el funcionamiento del cohete y su combustible , ya todo estaba preparado. Recogieron sus cosas y decidieron subir. El miedo de dejar su planeta y aventurarse a lo desconocido les recorría todo el cuerpo. Su mezcla de emociones era evidente, la ilusión les invadía pero, al mismo tiempo, la tristeza de dejar atrás todo lo que conocían para emprender un viaje en busca de lo desconocido ensombrecía sus rostros. No lo pensaron más. Los chicos se subieron uno a uno al cohete, despidiéndose de Merlín, y cuando este último pulsó el botón de arranque desde el panel de control ya no hubo marcha atrás.