CAPÍTULO 3
Un viaje muy complicado,lleno de dificultades, contratiempos y una pérdida importante han hecho que Laia, Mía, Cronox y Benjamín estén aún más decididos a salvar el planeta. Es la pérdida de su gran amigo y pareja de Mía, David, que murió intoxicado por el contacto con una energía muy perjudicial para los seres vivos mientras iniciaban el viaje, lo que terminó de convencerles de que este planeta ya no era apto para vivir, o por lo menos, no en las grandes ciudades.
Terminaron por trasladarse a una zona de montaña, donde el aire era más puro y la tranquilidad, absoluta. La mayoría de las plantas estaban secas, los árboles ya no daban fruto y no había mucha comida. Sin embargo, en un sitio no muy alejado de allí, crecían unas pocas frutas de las plantas que sobrevivían difícilmente.
-El lugar es muy diferente a Alejandría, aquí no hay edificios destruidos ni coches abandonados, además, es muy tranquilo -comentó Mía.
-Tienes razón Mía, además, aquí podremos trabajar tranquilamente -dijo Laia.
-¿No creéis que deberíamos ir montando las tiendas de campaña? -preguntó Benjamín.
-Estoy de acuerdo, falta poco para que anochezca y no me apetece dormir a la intemperie con el frío que hace aquí -respondió Cronox.
Comenzaron a montar las tiendas de campaña, sólo disponían de dos, así que se dividieron: en una, Laia y Mia y en otra, Cronox, Benjamín y Merlín.
Para cuando acabaron de instalarse ya se había puesto el sol y cada vez estaba más oscuro, así que decidieron encender una hoguera. Todos se sentaron alrededor de ella, pensando en todo lo que les había pasado en tan poco tiempo, pero sobre todo pensaban en la ausencia de David, a quién apreciaban y querían mucho.
La más afectada era Mía, la pareja de David, que todavía seguía sin creerse que ya no estaría más a su lado. Ella y David se habían gustado desde la niñez, pero ninguno se atrevió a dar el paso, hasta que Laia decidió que tenían que saber lo que sentían el uno por el otro. Laia era muy amiga de Mía y David, ellos le contaban todo, es por eso que ella sabía sus sentimientos. Un día los citó a los dos en un mismo sitio y les hizo confesar lo que sentían. Desde ese momento hasta ahora mantenían una relación.
-¿Vosotros también lo echais de menos? -preguntó Cronox.
-Sí -respondieron Laia y Benjamín al unísono.
-Nunca olvidaré lo buena persona que era -comentó Laia.
-Ni su sentido del humor -añadió Benjamín.
Mía permanecía en silencio, no quiso decir nada, sabía que si lo hacía acabaría llorando. Para ella era injusto que David hubiera muerto, tenían planes de futuro, pero el destino había decidido que esto sucediera así que ella tendría que aceptarlo aunque le parezca injusto.
-Chicos, creo que me voy a dormir, ha sido un día muy largo y necesito descansar -comentó Mía.
-Te acompaño, yo también necesito descansar,-dijo Laia- Buenas noches, chicos.
-Buenas noches -respondieron Benjamín y Cronox .
Mientras tanto Merlín ya se había ido a dormir. Laia y Mia estaban metidas en sus sacos, cuando a Mía se le escapó una lágrima.
-Mía, ¿estás llorando? -preguntó Laia, preocupada por su amiga.
-No, lo echo de menos, es muy difícil para mi pensar que ya no estará más -afirmó Mía, con lágrimas en los ojos.
-Tranquila, sabes que estoy aquí y que te voy a ayudar en todo -dijo Laia.
-Gracias, pero creo que tú tampoco estás muy bien -comentó Mia.
-Tienes razón, yo también lo echo de menos, pero debemos ayudarnos la una a la otra para poder superarlo -dijo Laia.
-Estoy de acuerdo, pero ahora deberíamos dormir, mañana será un día muy largo, buenas noches -exclamó Mía, bostezando.
-Buenas noches -dijo Laia.
Poco tiempo después Benjamín y Cronox se fueron a dormir, agotados del viaje, ellos también eran muy amigos de David, aunque hacía poco que le conocían, eran como uña y carne, inseparables.
A la mañana siguiente Cronox se levantó temprano para no desperdiciar ni un minuto de su estancia allí pero, para su sorpresa, Benjamín se le había adelantado y ya había empezado a trabajar. Eso no era algo normal en él, pero lo cierto es que desde hacía unos días estaba más animado.
-¿Benjamín levantado a las 7:00 de la mañana? Debo de estar soñando -comentó sarcásticamente Cronox.
-Pues siento decirte que no estás soñando, estoy despierto desde hace un tiempo, y me he puesto a trabajar -dijo Benjamín.
-¿Y qué has descubierto? -preguntó Cronox.
-He descubierto que no muy lejos de aquí hay unas cuantas plantas con frutos comestibles -afirmó Benjamín.
-¡Genial! Podremos comer unos cuantos, las provisiones no aguantarán mucho tiempo.
-¡Buenos días! ¿De qué estabais hablando? -preguntó Laia.
-Buenos días, estábamos hablando de que he descubierto que, no muy lejos de aquí, hay unas plantas con frutos y podríamos ir a recoger unos cuantos -respondió Benjamín.
-Un momento, ¿dónde está Mía? -preguntó Cronox extrañado de la ausencia de esta.
-Sigue durmiendo, estaba agotada, no he querido despertarla porque ayer tuvo un día horrible -respondió Laia.
-Vamos a ir a por los frutos, ¿vienes? -preguntó Benjamín.
-No, me quedaré aquí, no creo que sea de mucha ayuda -respondió Laia.
-De acuerdo -añadió Cronox.
Acto seguido Benjamín y Cronox se despidieron de Laia y fueron en busca del alimento. Poco después Mia se levantó, con una leve sonrisa formada en la comisura de sus labios, fruto de su última conversación con Laia. El último en despertarse fue Merlín, que se levantó con fiebre y calambres, algo que enseguida preocupó as las chicas, que le obligaron a quedarse en la cama para evitar que empeorase. Imaginaban que sería un resfriado normal y corriente, que se podría curar fácilmente con los medicamentos necesarios, pero en su situación, sin medicamentos a su disposición, la situación se podía complicar.
Benjamín y Cronox recogieron los frutos y se dirigieron de nuevo a donde se encontraban los demás. Sabían que no podían hacer nada, no disponían de medicamentos, estaban en medio del bosque, no había ningún médico entre ellos y ninguno tenía conocimientos de medicina alternativa.
Los chicos llegaron a la conclusión de que, a pesar de su ignorancia, debían de encontrar algún remedio natural ya que el estado de Merlín empeoraba. Cronox recordó que en uno de los libros que había leído para sus investigaciones se hablaba de una planta que ayudaba a combatir el resfriado y otras enfermedades. Decidieron realizar una excursión a lo más profundo del bosque con la esperanza de encontrar esta planta a la que Cronox se refería.
La excursión se realizó con éxito, llegaron a una nueva zona en la que descubrieron unas cuantas plantas semejantes a las que Cronox había descrito, y, para su sorpresa, por esa zona pasaba un río de aguas cristalinas que nacía en lo alto de las montañas al que la energía destructiva no había llegado y del que se podía beber si riesgo a enfermar. Se sentaron en la orilla, sus pies les dolían, para ellos eran como cuchillas de tanto caminar así que los introdujeron en el agua del río para intentar aliviarlos. Se respiraba la tranquilidad en el aire, aquella era una buena zona en la que podían disponer de todo lo que necesitaban para sobrevivir.
Volvieron al campamento y le dieron a Merlín la planta. Al día siguiente su fiebre bajó y ya no sufría calambres. Los chicos hablaron con Merlín sobre el lugar que habían descubierto y decidieron que ese sitio sería el apropiado para su supervivencia.
Trasladaron el campamento hasta el lugar que habían descubierto el día anterior, convencidos de que allí estarían mucho mejor. Hablaron durante un rato de sus planes de futuro como equipo y llegaron a la conclusión de que las personas que habitaban en aquella destrozada y triste ciudad de Alejandría, deberían trasladarse a esta zona de la montaña, donde estarían seguros de explosiones y derrumbamientos continuos. Pero antes, ellos tenían que organizar todo.
Y empezaron a distribuir las tareas: Cronox y Merlín estudiarían la tierra para comprobar si esta era buena para sembrar; Benjamín pescaría, ya que algunos peces permanecían vivos en el río y Laia y Mia recogerían agua y cocinarían.
Las buenas noticias llegaron de la mano de Cronox y Merlín, quienes descubrieron que, efectivamente, en la tierra se podía cultivar. Benjamín, pescó durante varios días seguidos. Parecía que, por fin, todo empezaba a ir bien.
Terminaron por trasladarse a una zona de montaña, donde el aire era más puro y la tranquilidad, absoluta. La mayoría de las plantas estaban secas, los árboles ya no daban fruto y no había mucha comida. Sin embargo, en un sitio no muy alejado de allí, crecían unas pocas frutas de las plantas que sobrevivían difícilmente.
-El lugar es muy diferente a Alejandría, aquí no hay edificios destruidos ni coches abandonados, además, es muy tranquilo -comentó Mía.
-Tienes razón Mía, además, aquí podremos trabajar tranquilamente -dijo Laia.
-¿No creéis que deberíamos ir montando las tiendas de campaña? -preguntó Benjamín.
-Estoy de acuerdo, falta poco para que anochezca y no me apetece dormir a la intemperie con el frío que hace aquí -respondió Cronox.
Comenzaron a montar las tiendas de campaña, sólo disponían de dos, así que se dividieron: en una, Laia y Mia y en otra, Cronox, Benjamín y Merlín.
Para cuando acabaron de instalarse ya se había puesto el sol y cada vez estaba más oscuro, así que decidieron encender una hoguera. Todos se sentaron alrededor de ella, pensando en todo lo que les había pasado en tan poco tiempo, pero sobre todo pensaban en la ausencia de David, a quién apreciaban y querían mucho.
La más afectada era Mía, la pareja de David, que todavía seguía sin creerse que ya no estaría más a su lado. Ella y David se habían gustado desde la niñez, pero ninguno se atrevió a dar el paso, hasta que Laia decidió que tenían que saber lo que sentían el uno por el otro. Laia era muy amiga de Mía y David, ellos le contaban todo, es por eso que ella sabía sus sentimientos. Un día los citó a los dos en un mismo sitio y les hizo confesar lo que sentían. Desde ese momento hasta ahora mantenían una relación.
-¿Vosotros también lo echais de menos? -preguntó Cronox.
-Sí -respondieron Laia y Benjamín al unísono.
-Nunca olvidaré lo buena persona que era -comentó Laia.
-Ni su sentido del humor -añadió Benjamín.
Mía permanecía en silencio, no quiso decir nada, sabía que si lo hacía acabaría llorando. Para ella era injusto que David hubiera muerto, tenían planes de futuro, pero el destino había decidido que esto sucediera así que ella tendría que aceptarlo aunque le parezca injusto.
-Chicos, creo que me voy a dormir, ha sido un día muy largo y necesito descansar -comentó Mía.
-Te acompaño, yo también necesito descansar,-dijo Laia- Buenas noches, chicos.
-Buenas noches -respondieron Benjamín y Cronox .
Mientras tanto Merlín ya se había ido a dormir. Laia y Mia estaban metidas en sus sacos, cuando a Mía se le escapó una lágrima.
-Mía, ¿estás llorando? -preguntó Laia, preocupada por su amiga.
-No, lo echo de menos, es muy difícil para mi pensar que ya no estará más -afirmó Mía, con lágrimas en los ojos.
-Tranquila, sabes que estoy aquí y que te voy a ayudar en todo -dijo Laia.
-Gracias, pero creo que tú tampoco estás muy bien -comentó Mia.
-Tienes razón, yo también lo echo de menos, pero debemos ayudarnos la una a la otra para poder superarlo -dijo Laia.
-Estoy de acuerdo, pero ahora deberíamos dormir, mañana será un día muy largo, buenas noches -exclamó Mía, bostezando.
-Buenas noches -dijo Laia.
Poco tiempo después Benjamín y Cronox se fueron a dormir, agotados del viaje, ellos también eran muy amigos de David, aunque hacía poco que le conocían, eran como uña y carne, inseparables.
A la mañana siguiente Cronox se levantó temprano para no desperdiciar ni un minuto de su estancia allí pero, para su sorpresa, Benjamín se le había adelantado y ya había empezado a trabajar. Eso no era algo normal en él, pero lo cierto es que desde hacía unos días estaba más animado.
-¿Benjamín levantado a las 7:00 de la mañana? Debo de estar soñando -comentó sarcásticamente Cronox.
-Pues siento decirte que no estás soñando, estoy despierto desde hace un tiempo, y me he puesto a trabajar -dijo Benjamín.
-¿Y qué has descubierto? -preguntó Cronox.
-He descubierto que no muy lejos de aquí hay unas cuantas plantas con frutos comestibles -afirmó Benjamín.
-¡Genial! Podremos comer unos cuantos, las provisiones no aguantarán mucho tiempo.
-¡Buenos días! ¿De qué estabais hablando? -preguntó Laia.
-Buenos días, estábamos hablando de que he descubierto que, no muy lejos de aquí, hay unas plantas con frutos y podríamos ir a recoger unos cuantos -respondió Benjamín.
-Un momento, ¿dónde está Mía? -preguntó Cronox extrañado de la ausencia de esta.
-Sigue durmiendo, estaba agotada, no he querido despertarla porque ayer tuvo un día horrible -respondió Laia.
-Vamos a ir a por los frutos, ¿vienes? -preguntó Benjamín.
-No, me quedaré aquí, no creo que sea de mucha ayuda -respondió Laia.
-De acuerdo -añadió Cronox.
Acto seguido Benjamín y Cronox se despidieron de Laia y fueron en busca del alimento. Poco después Mia se levantó, con una leve sonrisa formada en la comisura de sus labios, fruto de su última conversación con Laia. El último en despertarse fue Merlín, que se levantó con fiebre y calambres, algo que enseguida preocupó as las chicas, que le obligaron a quedarse en la cama para evitar que empeorase. Imaginaban que sería un resfriado normal y corriente, que se podría curar fácilmente con los medicamentos necesarios, pero en su situación, sin medicamentos a su disposición, la situación se podía complicar.
Benjamín y Cronox recogieron los frutos y se dirigieron de nuevo a donde se encontraban los demás. Sabían que no podían hacer nada, no disponían de medicamentos, estaban en medio del bosque, no había ningún médico entre ellos y ninguno tenía conocimientos de medicina alternativa.
Los chicos llegaron a la conclusión de que, a pesar de su ignorancia, debían de encontrar algún remedio natural ya que el estado de Merlín empeoraba. Cronox recordó que en uno de los libros que había leído para sus investigaciones se hablaba de una planta que ayudaba a combatir el resfriado y otras enfermedades. Decidieron realizar una excursión a lo más profundo del bosque con la esperanza de encontrar esta planta a la que Cronox se refería.
La excursión se realizó con éxito, llegaron a una nueva zona en la que descubrieron unas cuantas plantas semejantes a las que Cronox había descrito, y, para su sorpresa, por esa zona pasaba un río de aguas cristalinas que nacía en lo alto de las montañas al que la energía destructiva no había llegado y del que se podía beber si riesgo a enfermar. Se sentaron en la orilla, sus pies les dolían, para ellos eran como cuchillas de tanto caminar así que los introdujeron en el agua del río para intentar aliviarlos. Se respiraba la tranquilidad en el aire, aquella era una buena zona en la que podían disponer de todo lo que necesitaban para sobrevivir.
Volvieron al campamento y le dieron a Merlín la planta. Al día siguiente su fiebre bajó y ya no sufría calambres. Los chicos hablaron con Merlín sobre el lugar que habían descubierto y decidieron que ese sitio sería el apropiado para su supervivencia.
Trasladaron el campamento hasta el lugar que habían descubierto el día anterior, convencidos de que allí estarían mucho mejor. Hablaron durante un rato de sus planes de futuro como equipo y llegaron a la conclusión de que las personas que habitaban en aquella destrozada y triste ciudad de Alejandría, deberían trasladarse a esta zona de la montaña, donde estarían seguros de explosiones y derrumbamientos continuos. Pero antes, ellos tenían que organizar todo.
Y empezaron a distribuir las tareas: Cronox y Merlín estudiarían la tierra para comprobar si esta era buena para sembrar; Benjamín pescaría, ya que algunos peces permanecían vivos en el río y Laia y Mia recogerían agua y cocinarían.
Las buenas noticias llegaron de la mano de Cronox y Merlín, quienes descubrieron que, efectivamente, en la tierra se podía cultivar. Benjamín, pescó durante varios días seguidos. Parecía que, por fin, todo empezaba a ir bien.